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Cuando los sentimientos cambian. El desamor.

Las estadísticas indican que los casados viven más y con mayor calidad de vida, pero sólo si  hay carencia de graves conflictos. Si los hay y perduran en el tiempo, la persona puede desencadenar un estado de ansiedad y depresión. Igualmente se observa que los conflictos en la pareja generan además problemas en los hijos, tales como problemas de conducta, depresión y problemas para alcanzar la intimidad en el futuro.            

En ocasiones se olvida que uno de los principales objetivos de la pareja  en la actualidad es hacerse la vida agradable. Esta emoción puede en algunos casos ser pasajera, porque está sometida a la ley de la habituación, así se transcurre el devenir del tiempo y el enamoramiento deja paso a la normalidad, la emoción se disuelve, "se pierde la ilusión"; "los sentimientos cambian" y las situaciones de crisis aparecen en la relación tanto a nivel personal como de pareja. Estas crisis coexisten a varios niveles, el primero acontece en le ámbito personal y un segundo nivel en el social.           

Una crisis personal hace que ésta se extienda y se produzca como una onda expansiva con efecto dominó. Esto implica que tanto si es energía positiva como si es energía negativa la persona que sufre la crisis personal comienza a ver las situaciones desde una perspectiva distinta. Pero, ¿Qué es lo que cambia? ¿Cuáles son los mecanismos  que comienzan a activarse? Lo cierto es que aparece el desamor. La persona se siente extraña por la carencia de sentimientos con la persona con quien convive, la observa y se implica en la relación de forma diferente. Comienza a buscar alternativas, planteamientos que hasta el momento no era capaz de gestar. Ahora es capaz de tomar una decisión meditada que aclare algunas dudas e incertidumbres sobre la relación. La primera incertidumbre surge bajo la pregunta ¿Qué me pasa? Con pensamientos como: “Me siento infeliz”, “Estoy triste”, “Mi vida se encuentra estancada” y él/ella busca una respuesta apremiante: ¿Qué puedo hacer? Si la relación de pareja es insatisfactoria la persona se plantea ¿por qué será? Y la respuesta inmediata es el deseo de dejar de sufrir.            

Llegado a este nivel de cuestionamiento, se puede cambiar el dolor de la presencia por el dolor saludable de la ausencia definitiva de la  pareja. A partir de aquí se va a poner en marcha el autocontrol, la autorregulación y por supuesto la supervivencia que es el motor de la motivación.           

Desde el interior de la persona aparece un desbloqueo y la intuición le dice “Ahora es el momento, quiero crecer como persona”, y dando un nuevo paso “Me siento en paz para conseguir una mejor situación”. Se debe tener en ese instante la claridad mental suficiente para tomar esa decisión de qué algo tiene que cambiar: “su deseo de vivir de otra forma”.           

En estos casos se puede llegar a una transformación radical, un impulso irracional, como si hubiera sido fruto de una decisión tomada a la ligera. Esta situación de desamor  puede aparentar llegar por sorpresa y  afecta  en primer lugar a la pareja pero como se había avanzado precedentemente también de forma madura, lleva mucho tiempo gestándose, la persona ha estado en realidad “sufriendo en silencio” durante un largo periodo de tiempo. El nuevo planteamiento de futuro es darse cuenta de que su pareja no le complementa, se siente solo en este caminar por la vida y ahora se ve fuerte porque ha podido recobrar la suficiente confianza para salir adelante solo/a. Cada persona evoluciona y a veces esto mismo hace que cada uno de los miembros de la pareja se distancie y se sigan caminos distintos e irreconciliables. Los objetivos que se tenían en común desaparecen. Algo parece haber cambiado en poco tiempo, pero queda un largo camino y una nueva trayectoria que recorrer. En muchas ocasiones los sentimientos son ambivalentes y por ese camino de la vida aparece un cúmulo de dudas, temores que impiden avanzar.           

El primer paso es difícil y doloroso. Pero también es cierto que depende de la edad y la capacidad de madurez que se tenga en ese momento, el trabajo estable, el apoyo emocional de la familia, los amigos y la familia nuclear como son los hijos. El significado o trascendencia de la ruptura es distinto según la edad, pero cuando uno recupera la confianza en uno mismo, es capaz de dar el paso.           

Entre los veinte y treinta años se encuentra en la fase de construcción personal, en esta etapa de la vida las frustraciones se toleran poco. Cuesta menos trabajo empezar una nueva vida. De los treinta a los cincuenta, los hijos y la vida material se valoran más, existe una balanza que busca equilibrarlos. Si se plantea la ruptura es porque se desea una vida acorde al crecimiento personal, a la forma de estabilidad que equilibra la manera de pensar. A partir de los cincuenta, la persona ha madurado emocionalmente, sus hijos ya han crecido y no cuentan como antes, la importancia reside en uno mismo.           

Por último, sin ser menos importante, se realiza esta pregunta: ¿Me siento conforme con la vida que vivo en pareja?, si la respuesta deja lagunas considere la siguiente pregunta: ¿Qué debo cambiar? Este interrogante sirve para reflexionar y escoger el camino. Considera que lo que elijas será una decisión de vida crucial para los años venideros. Piensa en ti mismo sinceramente, tú eres lo más importante.

Dra. Silvia Navarro Ferragud