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El motor humano: La motivación

El equilibrio entre aspiración y realidad es crucial para que la persona pueda hacer frente  a las frustraciones y decepciones. 

En el artículo anterior se hablo del trayecto de la vida, en resumen decía que tras una crisis y su adecuada superación, la persona ya no volverá a ser la misma de antes. ¿Por qué?  Porque las personas crecen ante las adversidades. Tras una experiencia importante, si se supera uno sale fortalecido, o debilitado y resentido en caso contrario. Asimismo a lo largo de la existencia habrá que atravesar pequeños, medianos y grandes riesgos por sí mismo,  pero se puede continuar con esperanza y luchar para sobrevivir a ellos. Si decide luchar contra la adversidad, la mente y los hábitos crearán puentes, pero hay que construirlos. El tiempo le dará la razón al distanciarse de los problemas. El crecimiento personal  le hará valorar nuevas posibilidades de futuro restando importancia al pasado.  

La forma de enfrentarse a las adversidades es muy diferente en las personas, algunas se sienten desbordadas, ni siquiera son capaces de actuar, de reaccionar,  la situación les supera y están paralizadas.  En otras situaciones la reacción es  diferente, se sienten  víctimas, son las personas que culpan a los demás de presentar  sentimientos de incomprensión, incluso piensan que los de su alrededor tienen la culpa de arruinarles la vida, entran en una espiral de pensamientos y sentimientos que se manifiestan en sus conductas observables, otorgándoles un poder exagerado, porque el único responsable cómo me siento, soy yo mismo. Me niego a concederles un poder, porque “yo soy el  que elijo como me quiero sentir”.  Al mismo tiempo, valorar solo lo malo que se tiene alrededor, ver solo lo negativo, e ignorar todo lo positivo que ocurre en el entorno  sirve para alimentar su insatisfacción,  lo único que se consigue es perder el tiempo.  

Ahora por un momento piense si hace lo correcto, si alguien le quiere herir ¿por qué  se lo  consiente?, puede decirle yo no te lo permito: “Por favor no me pierdas el respeto”, “Procura no levantar el tono de voz, te oigo mejor si hablas tranquilo”, gestiona la confianza en usted diga  enunciados como: “Me siento satisfecha en mi vida en general aunque tenga un problema en particular”. Si existe de verdad, resuélvalo si se puede, acéptelo si no hay posibilidad de cambiarlo o no depende de usted. Las crisis hacen que se pueda distinguir situaciones dicotomicas: lo valioso de lo accesorio, lo importante de lo urgente, lo auténtico de lo falseado, lo consciente de lo enajenado. Es en los momentos de crisis cuando la motivación es el mejor motor para seguir creciendo emocionalmente. 

La motivación está muy ligada a los instintos básicos que garantizan la supervivencia, recuerde se buscan recursos para la alimentación, procreación e integridad.  A mediados del siglo XX, Abraham Maslow elaboró su teoría sobre la motivación humana que plasmó en una figura, la Pirámide de Maslow. Jerarquizó las fuentes de motivación de las personas: en primer lugar situó como prioridad principal satisfacer las necesidades básicas del organismo, en segundo lugar sitúo  la protección y la seguridad, en tercer lugar la necesidad del amor y la pertenencia a un grupo. Luego se hallaría el interés por la valoración social y, en último lugar, quedaría la motivación por sentirse plenamente autorrealizado. Esto implica que una vez se tienen cubiertas las necesidades básicas, en la sociedad moderna las persona se centran sobre todo en la seguridad que pueden aportar unos ingresos estables, conservar y fomentar las relaciones sociales para cubrir las necesidades de afecto, la pertenencia a un grupo o familia y, para finalizar, la motivación por sentirse valorado por los demás y sentirse satisfecho, pero lo primero es autovalorarse, y no dejarse influir por las opiniones negativas de los demás. 

En la vida cotidiana, por lo tanto, existe una dicotomía: afrontar las situaciones que generan estrés  o huir. Para cada problema, la persona decide cuál es la opción que más le conviene para disminuir su ansiedad: o bien hacerle frente o bien evitarlo. Aquellas que se decantan por la evitación son más propensas a sufrir ansiedad o depresión, porque el origen de su comportamiento es el miedo, por lo que tienden a huir de los problemas y acaban acumulando demasiados conflictos sin resolver. Cada día es una oportunidad para conseguir sus retos y hallar su motivación. Sea su mejor aliado y aprenda a utilizar sus recursos para hacerle frente.   

Dra. Silvia Navarro Ferragud