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Como fomentar la comunicación con un adolescente

La conducta del adolescente fluctúa entre el conformismo y la rebelión, la espontaneidad y la reserva, la independencia y la dependencia, todo en un corto espacio de tiempo.

La necesidad de Independencia va vinculada a una dependencia poco real. El joven adolescente experimenta un vacío emocional, una situación de espera, se desvincula de los lazos afectivos de la familia a fin de pertenecer a un grupo de amigos/ compañeros, que le hará sentirse más seguro, estable e independiente. En estos casos la comunicación se basa principalmente, en la transmisión de los problemas personales como una descarga emocional.

La adolescencia es la etapa en la que se experimenta la búsqueda de la propia imagen o identidad. El adolescente encamina todos sus esfuerzos a superar un sentimiento de difusión de la identidad, entendida como una duda respecto a quien soy.

El adolescente entra en un periodo de introspección e interacción con personas de su edad, se aísla de los adultos que hasta ahora influyan en su vida: madre, padre, abuelos, tíos, profesores; incluso se avergüenza de ellos y la admiración de la que eran merecedora, dando en vuelco, desvanece temporalmente, ya que al alcanzar su madurez, al adolescente le transmitirán tanto respeto como confianza.

Cuando el joven irrumpe en la adolescencia, pretende lograr su independencia, sin acatar las órdenes de las figuras hasta ahora, autoritarias e intenta exponer su criterio, opinión o pensamientos propios. De todo ello, se deduce que esta etapa esta marcada por acciones llevadas a cabo, más por las emociones, que sin duda, influyen enormemente en "el largo camino hacia la madurez", que por el pensamiento lógico.

La vida familiar con el adolescente acontece muy a menudo, entre discusiones, desacuerdos y discrepancias. Esto es debido a que el adolescente intenta cambiar a su gusto normas familiares, hábitos personales, control de televisión, uso del teléfono e incluso la relación con los hermanos.

Ese complejo mundo de la adolescencia en el cual muchos padres se ven desorientados, ante la rebeldía y la incomunicación con sus hijos, acto propio de esta etapa.

El ocaso de la adolescencia no se relaciona con una determinada edad, e incluso estos límites son muchos más inconcretos que los de su inicio. El paso de la adolescencia a la edad adulta viene marcado, además de por unos cambios en la estructura psicológica, por unos cambios situacionales. El tipo de vida y las responsabilidades puede retrasar la edad de entrada de la siguiente etapa o puede adelantarla. Este fin llega de manera tan inesperada como empezó. Un día el quiere cooperar, deja de criticar, conversa con los padres y cambia en otros aspectos positivos. Todo es cuestión del tiempo en que ellos logren esa independencia, que tanto ansían y que por fin sienten alcanzada.

Para mantener la mejor relación con nuestros hijos radica en crear un clima de confianza, seguridad y que conste de un dialogo abierto, intentando que las propensas discusiones diarias no devasten la relación entre padre e hijo y por imposible que parezca, esforzarnos en hablar "con" el adolescente, y no "contra" él.

En definitiva, el adolescente no quiere que se le hable; lo que intenta y valora es que, simplemente, se le escuche. Escuchar con eficacia es todo un arte que solo algunas personas saben llevar a la práctica.

En su carrera hacia la madurez el adolescente desea opinar y, opinando en el ambiente familiar practica y entrena. Opinar le ayuda a sentirse adulto y valido.

Dra. Silvia Navarro Ferragud