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La inteligencia emocional

Las emociones son el motor de la vida que mueve hacia la felicidad, y  por ello influyen directamente en las decisiones de la existencia. La capacidad de unificar razón y emoción, cabeza y corazón, en ello consiste el reto de la Inteligencia Emocional, el fin consiste en conseguir viajar hacia el camino del bienestar personal, el ajuste emocional, el éxito en la vida y juega un papel importante en el establecimiento, mantenimiento y la calidad de las relaciones interpersonales.

Desde hace veinticinco años se habla de la revolución de las emociones, pero tal y como avanza la sociedad actual, la persona puede preguntarse: ¿es posible ser feliz sin emociones? A continuación quisiera adentrarles en este extraordinario tema,  definiendo la inteligencia y  posteriormente ampliando a la inteligencia emocional. Por una parte la Inteligencia representa la capacidad de aprender nuevos patrones de conducta para estimular el desarrollo y enfrentarse a cualquier situación de supervivencia. Este es un proceso dinámico en constante expansión, en definitiva: “es el conjunto de habilidades para dar respuestas nuevas a los retos que plantea el entorno”. Este concepto de inteligencia lleva a múltiples aplicaciones concretas para su evolución: una vez se ha  aprendido a solucionar un tipo de problema, se forma un patrón de memoria que permite su automatización a fin de que la mente pueda ser utilizada para enfrentar retos nuevos y superiores”. Por otra parte la Inteligencia Emocional se concibe como “la capacidad de reconocer los propios sentimientos y los ajenos, motivarse y manejar bien las emociones de uno mismo y las relaciones con los demás”. El Dr.  Daniel Goleman la define como “la capacidad de sentir, entender y aplicar eficazmente el poder y la agudeza de las emociones como fuente de energía humana, información e influencia”. Otros autores han definido la Inteligencia Emocional como “la capacidad de aplicar la conciencia y la sensibilidad para discernir los sentimientos que subyacen en la comunicación interpersonal y para resistir la tentación que le mueve a reaccionar de una manera impulsiva e irreflexiva, obrando en vez de esto con receptividad, autenticidad y sinceridad”. Por lo tanto en todas las definiciones sobre la Inteligencia Emocional  aparece el manejo efectivo, oportuno y conveniente de todas y cada una de las emociones y sentimientos.

Por todo lo dicho hasta ahora, se puede empezar a concretar que la felicidad no existe, se percibe. En la práctica, la Inteligencia Emocional se destaca especialmente por las habilidades sociales referidas al manejo de las emociones en las relaciones, la interpretación de las situaciones y redes sociales, la interacción fluida, la persuasión, negociación y resolución de conflictos, la cooperación  y el trabajo en equipo.

Ahora bien, uno de los objetivos más importantes de la persona es mantener las mejores relaciones sociales posibles con las personas que le rodean, la Inteligencia Emocional  ayuda a ser capaces de ofrecer a los más cercanos una información adecuada acerca del estado psicológico, pero para manejar los estados emocionales de los demás hay que ser capaz, previamente, de manejar bien los propios estados emocionales. Por ejemplo si una persona cree que los demás deben respetarle, jamás ofenderle,  enojarle o etiquetarle, vive expuesto a que le hagan sentir mal. Cuando uno se convence de que la gente puede decir lo que desee, enojarse, opinar y etiquetar lo que quiera, entonces uno puede ser capaz de soslayar estos comentarios. La propia persona es quien se compromete a mantener un poder personal porque a nadie se le debe dar prioridad en su opinión ajena sobre la de uno mismo, porque nadie puede herirle sin su consentimiento.

La Inteligencia Emocional incluye cuatro grupos de habilidades, excluyendo las habilidades sociales son: la conciencia de sí mismo, la autorregulación, la motivación y la empatía.

En momentos de crisis o conflicto se pone de manifiesto ese poder que no es más que una verdadera fortaleza interna que lleva a la persona a sobrevivir y a sacar el mejor partido de una situación. Por tanto, tener la suficiente Inteligencia Emocional implica saber qué hacer en momentos de crisis o conflicto, en donde forzosamente se presentan estados emocionales intensos e incontrolables. Este desarrollo se consigue lentamente a través de la madurez,  y  más rápidamente por medio de ejercicios prácticos en la consulta psicológica, en los que las personas aprenden a saber que hacer, como actuar y que decir ante situaciones que  se le presentan en su vida diaria.

Dra. Silvia Navarro Ferragud