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¿Cómo sé si estoy depresivo?

La depresión es un estado mórbido que se caracteriza esencialmente por la tristeza , la disminución del tono vital y la energía. La persona deprimida se ve incapaz de afrontar la menor dificultad y de tomar alguna iniciativa. Por lo que, el deprimido se minusvalora a sí mismo, sobrevalora sus fracasos e infravalora sus éxitos, dando así sentido a su estado afectivo. Por consecuencia el individuo sufre por su impotencia y percibe que sus facultades intelectuales, principalmente – la atención y la memoria, se han degradado. De ello resulta un sentimiento de inferioridad que aumenta todavía más su melancolía.

El eje nuclear afectivo de la depresión es la tristeza vital y profunda que envuelve al sujeto hasta afectar todas las esferas de su relación intrapersonal e interpersonal.

Aunque el estado afectivo nuclear el la tristeza, pueden emerger otros estado emocionales tales como la ansiedad, la irritabilidad o la hostilidad. Indudablemente la situación afectiva varía con el tipo de depresión, de manera que la ansiedad adquiere mayor expresividad en las depresiones neuróticas y tardías, mientras que suele permanecer en un segundo plano en otros estados depresivos.

En ocasiones, el depresivo, carente de ansiedad, se presenta profundamente inhibido, situación que puede agravarse hasta alcanzar el estado estuporoso, que hoy a penas se ve en la clínica gracias a los actuales tratamientos.

La depresión es un trastorno de la afectividad, en el pensamiento, la lentitud y los contenidos de tonalidad negativa, marcan la pauta. Por lo que el rendimiento del depresivo disminuye progresivamente hasta llegar a la abulia y apatía, en las que el sujeto es incapaz de realizar cualquier actividad.

La atención y la concentración disminuyen, ya que la persona que padece depresión le falta la energía vital suficiente para polarizar con claridad y eficacia su conciencia hacia tareas específicas.

Los estudios de memoria demuestran, por una parte, que frecuentemente los déficits amnésicos son subjetivos y no se corresponden con una medición objetiva y, por otra parte, que el descenso del rendimiento en pruebas de memoria inmediata se resuelve una vez recuperado el paciente de su depresión. Los recuerdos al mismo tiempo están lógicamente centrados en experiencias negativas, en términos generales, pues, se producen en la depresión trastornos cognitivos cuantitativos y cualitativos, la mayor parte de los cuales desaparecen con la recuperación clínica.

El llanto del depresivo es inmotivado, surge de la esfera de los sentimientos más vitales y no proporciona alivio, a diferencia del llanto del neurótico angustiado, que se debe a su estado de ansiedad.

En España, con unas cifras muy similares al resto de países occidentales, un 25% de la población sufre trastornos depresivos y de este porcentaje, un 5% padece desequilibrios serios. En referencia de lo que establecen las estadísticas, las mujeres parecen ser -en una proporción de tres a dos- las más propensas a padecer depresión.

La terapia cognitiva es un procedimiento activo, directivo, estructurado y de tiempo limitado que se utiliza para tratar distintas alteraciones. Se basa en el supuesto teórico de que los efectos y la conducta de un individuo están determinados en gran medida por el modo que tiene dicho individuo de estructurar el mundo. Sus cogniciones se basan en actitudes o esquemas desarrollados a partir de experiencias anteriores. Con las técnicas terapéuticas se pretende identificar y modificar las conceptualizaciones y las falsas creencias. La persona aprende a resolver problemas y situaciones que anteriormente había considerado insuperables mediante la reestructuración y modificación de sus pensamientos.

El método consiste en experiencias de aprendizaje específicas dirigidas a enseñar al paciente las siguientes operaciones:

1.- Controlar los pensamientos automáticos negativos.

2.- Identificar las relaciones entre cognición, afecto y conducta.

3.- Examinar la evidencia a favor y en contra de sus pensamientos distorsionados.

4.- Sustituir estas cogniciones desviadas por interpretaciones más realistas.

5.- Aprender a identificar y modificar las falsas creencias que le predisponen a distorsionar sus experiencias.

Dra. Silvia Navarro Ferragud